Domingo de Guzmán fue un católico fanático español, también declarado santo, que fundó en 1216 (5 años antes de su muerte) la Orden de Predicadores (Los Dominicos), por su odio a la herejía. Este grupo se destacó en los ámbitos de la teología y doctrina embarcados por grandes figuras, entre ellas se encontraba Tomas de Aquino. Muchos de los que una vez pertenecieron a esta Orden Dominicana, fundaron en 1233 una de las instituciones religiosas que más combatió la herejía: La Santa Inquisición.
Esta institución tenía como propósito combatir la herejía que estaba floreciendo en Europa. “El que no estaba con la iglesia, estaba en contra de ella”. Judíos, cátaros y protestantes, eran los preferidos para aplicarles castigo. Las formas de “corregir” (torturar o matar) a los herejes eran diversas: los metían dentro de un barril con clavos y los lanzaban colina abajo, los ahorcaban, los colgaban del pulgar y ponían pesas en sus pies, los despellejaban vivos, los quemaban vivos, los asaban vivos, les ponían una máscara que tenía ductos en las orejas donde vertían acero derretido, y muchas otras.
Lo cité anteriormente del libro “La Inquisición” de Edward Mann, y lo vuelvo a citar, según Jesús “Por un fruto se reconoce si es bueno o no un árbol”.
El fruto del árbol de la religión lo adoptó la política, y manipulándolo, lo transformó, pero su esencia sigue siendo el terror; el hereje ha dejado de ser hereje, ahora es un terrorista, que sólo con el hecho de que una persona piense distinto a los demás se le enmarca en este término.
Bibliografía:
La Inquisición (Título en inglés: The Story of the inquisition), Edward Mann, ed. Humanitas, Barcelona, España, 1991.
El enigma sagrado (Título en inglés: The Holy Blood and the Holy Grail), Michael Baignet, Richard Leigh, Henry Lincoln, ed. Martínez Roca, España, 1985.
Webografía:
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